LOS CACTOS
Las indomables hordas de la selva
hierven, se ayuntan en espesos bandos,
y juran guerra, muerte y exterminio
a los tranquilos pueblos de los llanos.
Y dicen: —«Besaremos a sus hijas,
sus casas talaremos y sembrados,
y la inmortal Serpiente adoraremos
al arruinado pie de los santuarios.
»Ni tú, potente Sol inaccesible,
la ruina detendrás y los estragos:
si ellos son las palomas indefensas,
nosotros, los halcones y milanos».
Parten, y salvan ardorosos yungas,
hondas quebradas, ríos y nevados,
y de las altas cumbres desafían
a las felices tribus de los llanos.
Agitan ya las hondas, ya se lanzan;
mas mueve el Sol la omnipotente mano,
y las salvajes hordas se detienen,
transfiguradas en bravíos cactos.
Manuel González Prada