FUNDACIÓN DEL CUZCO
I
Con el llanto en las sienes
cual símbolo de regia potestad;
con vara de oro en la benigna diestra,
el noble Manco va.
A su palabra se doblegan todos:
no hay indomables ni rebeldes hay;
que brota de sus labios la sapiencia,
como la miel destila del panal.
Las razas enemigas
al viento arrojan un clamor de paz:
blanduras de hombre, por encanto, surgen
en almas de chacal.
Cesa el horrendo, humano sacrificio,
que destrozados ruedan del altar
los ídolos de sangre: el Sol domina
como suprema y única Deidad.
II
—«Oh padre Sol, cumpliendo
tu ineludible, excelsa voluntad,
salí del Lago a recorrer la Tierra
como nuncio de paz.
Coge la vara de oro, me dijiste,
y vete el mundo bárbaro a domar;
donde la vara escape de tu diestra,
erige ahí metrópoli imperial.
»Sumisas muchedumbres
siguen mi huella; mas vacilan ya,
que anhelan todas erigir al viento
la espléndida ciudad».
Así repite Manco; y de repente,
como atraída de invisible imán,
la vara de oro escapa de su diestra
y al pie del alto Huanacaure va.
Manuel González Prada