LA CITA
(Polirritmo sin rima)
Rechinan pasos, crujen sedas,
y en la penumbra somnolente de mi alcoba
palpita un cálido perfume de verbena y heliotropo.
¡Oh tú, la siempre idolatrada,
siempre serás la bienvenida!
Tiene dulzura y claridad tu sombra,
vuelen en ritmo arrullador tus plantas,
trasciende a rosas de Chiraz tu aliento,
saben a mieles de Ática tus labios.
Llega y sumérgeme en las ondas inefables de los goces.
Echa pábulo a las llamas, aviva el fuego
en tus candentes venas juveniles;
sé provocante y descocada, lúbrica y furiosa;
deja el pudor a la fláccida carne envejecida,
deja la estéril castidad al muerto.
Descarga en mí las tempestades,
las voluptuosas tempestades
de mordeduras y de besos;
destrózame las carnes con la garra del milano,
tritúrame los huesos con el diente del felino;
mátame en loco y sádico tormentos de caricias.
Manuel González Prada