CRUCIFIXIÓN
Tú, la amada y bendecida,
la sembradora de bienes,
crucificado me tienes
sin arrancarme la vida.
Crujen todas mis entrañas,
se rompen todas mis venas;
mas tú no curas mis penas
ni mis heridas restañas.
Unos, con sorda ironía,
escarnecen mi tortura;
otros, con tierna dulzura,
me interrogan a porfía;
—¿Cómo te llamas? ¿Quién eres,
pobre ser crucificado?
—Soy un hombre enamorado,
el más feliz de los seres.
Manuel González Prada