ECO EN LA NIEBLA
Fue de alfarero la mano
que en la aldea nos bendijo.
Y de hornero la otra mano
que nos enseñó el oficio.
La arcilla nos dio el secreto
de transformar su estino.
Poseedores el secreto
no en balde lo repartimos.
Alfareros nuestros padres
y alfareros nuestros hijos.
El agua que es nuestro vino
siempre en vasijas de barro
la bebimos.
Manuel Felipe Rugeles