A LA LUZ
“¡Sea la luz!” Dios dijo; y en raudales vivíficos
De su fecundo seno la luz se propagó,
Emula al pensamiento, por los vacíos ámbitos,
A disipar del caos el primitivo horror.
“¡Sea la luz!” Dios dijo; y en panorama espléndido
Brilló lo que en su mente se diseñaba ayer;
Los ángeles y el hombre el grandioso espectáculo
Contemplan extasiados, y a su Hacedor en él.
“¡Sea la luz!” Dios dijo; y al espacio sin límites
Lanzó el fúlgido germen en soles mil y mil
Y hasta en la densa nube, hasta en el duro sílice
Entró el difuso lampo, y oculto vive allí.
Mas ¡ay! tras largos siglos, de aquella noche prístina
Tal vez jirones flotan reñidos con la luz:
Quizá en limbos recónditos, quizá en ciegos
espíritus
La gran reveladora no ha penetrado aún.
¡Cuan triste errar sin rumbo en horizonte lóbrego
En medio de profundo silencio y soledad!
¡Cuan grato ver destellos de algún albergue rústico
O del pálido Oriente el vago clarear!
¡Tú que la luz regalas aun a criaturas mínimas,
Apiádate benigno de los que no te ven!
¡Con benéfico soplo aviva en nuestras ánimas
Tu irradiación gloriosa, la recibida fe!
Miguel Antonio Caro