HORA XVII
DESENGAÑO
Perfida, cara tamen.
Te vi en modesta estancia
Como flor a los céfiros esquiva,
Recatar tu fragancia;
No vana, no festiva,
Mas con húmedos ojos pensativa.
En tan dichoso día
Te vi, te amé; mi corazón sediento
De ideal simpatía
Himnos alzó en el viento
Y gozaba en su propio rendimiento.
¡Ay! ¡cuán presto se parte
El verdadero amor rico de gloria!
Vinieron a tentarte
Esperanza y memoria
De un falso gozo y de una triste historia.
No ya en mi compañía
Afable y complaciente sonreíste
Con profana alegría.
¡Ah! mi alma se resiste
A creer, a esperar, y todo es triste!
Hoy con la vista herida
Odioso miro cuanto vi más bello;
Las flores de la vida
Hoy como espinas huello;
Sombra es de muerte lo que fue destello.
Y sufro y desespero
Pensando, o fatigado me aletargo;
¡Me ofende el mundo entero,
Y te amo sin embargo
Con escéptica fe y amor amargo!
Ya, ya me precipito
Si no logro alcanzar sublime altura;
O un amor infinito
O eterna desventura
A tientas busco en mi febril locura.
¡Si tú amarme de veras
Y yo olvidar pudiese lo pasado!
¡Tú ángel redentor fueras,
Yo corazón postrado
Que revive al amor glorificado!
Miguel Antonio Caro