EL CREPÚSCULO
Mi alma a sentir empieza
Que anda en torno la muerte: ¡muere el día!
En su misma tristeza
Es la muerte sombría
Consuelo al pobre y de las almas guía.
Miro cual en pintura,
Los cerros, el lejano caserío,
Y la verde llanura
Y el triste saúz umbrío;
Sereno el cielo, plateado el río.
Ni estruendo ni algazara:
Habla sin voz natura, el manso viento
Hiende el ave: así aclara
La conciencia su acento,
La pasión calla y vuela el pensamiento.
Y ya el recuerdo vago
Se determina al par que se dilata:
El espejo de un mago
Semeja: me retrata
Vivos los cuadros de la edad mas grata.
Al genitor perdido
Veo a mi lado, y al amigo ausente:
Cual la paloma al nido,
Tal venís blandamente,
¡Prendas que lloro! a visitar mi mente.
¡Oh bendecida hora
Que en mudo apartamiento deleitoso,
Cual diva inspiradora,
Al corazón ansioso
Brindas la libertad en el reposo!
Tú a la florida nave
Del pensamiento, que engolfado yerra,
Céfiro eres süave.
¡Ay! ¡que en sus brazos cierra
La noche al mundo, y la ilusión destierra!
Miguel Antonio Caro