VENTURA CONYUGAL.
EN EL ÁLBUM DE UNA MUY BELLA DAMA, AMIGA MÍA
Recuerdo en este instante,
Bellísima Dolores,
Que tu amable marido
Es diputado a Cortes;
Y a fuer de buen patriota
Y orador no mediocre,
Es pro-hombre entre tantos
Como son pobres-hombres.
Él se honra en el Congreso,
Y honra a los electores,
Y yo también me honro
Con ensalzar sus dotes.
Pero aunque es diputado,
Y mas que fuera prócer,
Su mayor gloria funda
En tener tal consorte.
¿Qué mucho? Te ama tierno,
Y tú lo correspondes,
Y tu alma no inficiona
La peste de la Corte.
¡Ay! el que no es dichoso,
En los tiempos que corren,
Dentro de sus hogares,
¿Dónde ha de serlo, dónde?
Yo con la edad curado
De vanas ilusiones;
Que es viejo en este siglo
Quien fuera en otros joven,
Huyendo de tribunas
Y de áulicos salones,
A la quietud me atengo
De mi casita pobre.
Aquí con mi morena,
Fiel, cariñosa y dócil,
Tal soy, que me envidiaran
Los príncipes del orbe.
¡Feliz, breve asamblea
Do nadie está discorde,
Ni hay míseros vencidos
Ni fieros vencedores!
Aquí sin embusteros
Taquígrafos veloces,
Ni tribunas que silben,
Ni maceros que estorben,
Amor presenta leyes
Que excusan discusiones.
¿Qué mucho, si ambos Cuerpos
Están siempre conformes?
No consta a quién incumbe
La iniciativa, porque
Aquí no hay Estatuto,
Ni carta, ni año doce;
Mas puedo asegurarte,
Así Dios me perdone,
Que la palabra veto
Aquí no se conoce.
Ni son jamás dañinas
Las interpelaciones;
Ni hay derecha ni zurda,
Radicales, ni Tories;
Ni nadie cabecea,
Gruñe, bosteza, o tose;...
Y eso, que son a veces
Muy largas las sesiones;
Ni nimio reglamento
Nuestros debates rompe,
Ni hay en fin campanillas
Que nos llamen al orden.
Vale más, y concluyo,
Bellísima Dolores,
Ser marido dichoso
Que diputado a Cortes.
Manuel Bretón de los Herreros