EL ARROYO AMADO
Aléjate volando,
Negra, horrorosa nube,
Y escóndete en los montes,
O allá a los mares huye.
No la tranquila calma
De ese arroyuelo turbes,
Gala del verde soto
Do serpeando bulle.
No a acrecentar sus ondas
Tu lluvia le tributes;
Que, aunque merece serlo,
De río no presume.
Arroyos hay que altivos
Mal la pobreza sufren.
Sus márgenes dilata
Y la ancha vega inunden.
Este de fuente humilde
Nació, si Tajo ilustre
Se despeñó torrente
Desde elevada cumbre.
Y puro como el astro
Que sobre todos luce
Espejo es de las flores
Que en sus orillas nutre.
Aparta, nube horrenda,
Aparta, no le enturbies.
¡Ay! bebe en él la hermosa
Que me arde y me consume.
En él antes que al día
Los pájaros saluden
Se lava el dulce rostro
Y el seno muy más dulce.
Y oculto entre las mimbres
Amor me da que triunfe,
Y a su desdén tirano
Mil y mil glorias hurte.
Manuel Bretón de los Herreros