UN VIAJE A HORTALEZA
Engancha, zagal amigo,
Ese cuadrúpedo ruin.
Hoy son los días de Laura,
¡Y aún estamos en Madrid!
Vuela por ese camino,
Y te daré gracias mil,
Y eternizará mi musa
Tu trémulo calesín;
Y aunque se ofenda el Correo
Literario mercantil,
Diré que lo fabricaron
Para las bodas del Cid.
Vuela a Hortaleza, y no sea
Que, por llevarnos allí,
Con tantas copas beodo
Nos lleves a Chamartín.
¡Oh si yo fuera paloma
Para no apelar a ti
Aunque en las garras de un sacre
Me aventurase a morir!
Aprieta. —¡Cuerpo de Cristo,
Cómo galopa el rocín!
¡Cuál sudo! ¡Cuál trago polvo!
No importa, Laura, es por ti.
Por cuestas y por barrancos
Nuestra vida está en un tris;
Que es el camino alevoso
Y el carruaje baladí.
—¡Tente, no vuelques!... Respiro.
Bendiga el cielo tu ardid;
Que fuera mucha desgracia
Sin ver a Laura morir.
—¿Qué harás en este momento?
¿Vagarás por el jardín?
¡Oh quién te viera, morena,
Sin que me vieras a mí!
Tal vez leve sombrerillo
Cubre tu frente gentil,
Ahora que el rubio Febo
Pende del alto cenit;
Y al cenador enramado
Robas el fresco jazmín,
O al verde geranio enlazas
El encarnado alelí.
Tal vez en la blanda higuera
Grabas con punta sutil,
¡Ay simplecilla!, recuerdos
De algún amor infeliz.
O bien en rima sencilla
Cerrada en tu camarín
De la campaña inocente
Cantas la vida feliz;
Que también del padre Delio
Te inspira el numen a ti,
Y te dio su plectro Erato
Cual su donoso reír.
O quizá pulsas el clave
Con tus dedos de marfil,
Y a los céfiros encantas
Con tu voz de serafín.
O ante el cristal animado
Te ayuda Silvia a ceñir
Al dulce túrgido seno
Corpiñito carmesí;
Y a tu cabello claveles
De jaspeado matiz;
Y a tu cuello torneado
La gargantilla turquí;
Y tornasolada cinta
Que trujiste de Madrid
A la tu breve cintura
Digna de eterno buril.
O a la sombra regalada
Del húmido tamariz
Te aduerme el blando gorjeo
Del tímido colorín.
¿Y quién sabe si en el plomo
Que no temes despedir
Mísera viudez envías
A la pintada perdiz?
O bien... Mas paran las ruedas
Del terrestre bergantín.
¡Ya en Hortaleza! Volemos,
Y a Laura... ¡Miradla allí!
Salud, hermosa zagala,
Tu fiesta vengo a aplaudir.
Dichosa, oh Laura, celebres
Otras ciento, y otras mil.
Manuel Bretón de los Herreros