EL POEMA DE ROBOT
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Pensando en el astuto cerebro de la Industria,
Robot era un brillante pedagogo sin hiel,
un conjunto de piezas anatómicas
imitadas en cobre y en tungsteno.
Su cabeza especiosa de válvulas y filtros
y su pecho habitado por un gran corazón
(obra de cien piedades fotoeléctricas)
hacían que Robot usase un alma
de mil quinientos voltios.
En rigor, era nulo su intelecto
y ajena su terrible voluntad.
Pero Robot, mirado en sus cabales,
era un hijo brutal de la memoria,
y un archivista loco, respondiendo a botones
o teclas numerados por la triste cordura.
Leopoldo Marechal