ALMA VENTUROSA
Al promediar la tarde de aquel día,
Cuando iba mi habitual adiós a darte,
Fue una vaga congoja de dejarte
Lo que me hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía...
Con tu rubor me iluminó al hablarte,
Y al separarnos te pusiste aparte
Del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa;
Más ya la plenitud de la promesa
Nos infundía un júbilo tan blando,
Que nuestros labios suspiraron quedos...
Y tu alma estremecíase en tus dedos
Como si se estuviera deshojando.
Leopoldo Lugones