EL ENCANTO DE LA NOCHE
Por el serenado ambiente,
Sombrío frescor se esparce.
La noche estrecha en su engarce
El ópalo del Poniente.
Con temerosa reserva
Desata sus largos tules;
Sus hondas huellas azules
Aterciopelan la hierba.
Perfuman nobles jazmines,
Y con la luna que asoma,
Parece alzarse en su aroma
El ángel de los jardines.
Dilata el astro hacia el Este
Su espejismo de laguna,
Y en un abismo de luna
Flota la calma celeste.
Vierte esa luz dulce pena;
Y como un lirio tardío,
El alma se abre al rocío
De sed amorosa llena.
Cuanta blancura reposa
Sobre la pradera en calma;
Y en el sauce y en el alma
Cuanta sombra misteriosa.
Lejos palpita una estrella;
Y el silencio, grave y manso,
Como un gran buey en descanso
Profundamente resuella.
Vaga congoja desiste
En el alma enajenada,
Y llora por ti... por nada...
Porque así es la vida... triste...
Leopoldo Lugones