NOCTURNO
Sobre el quieto mar azul
Que el plenilunio dilata,
Se deshoja el cielo en plata
Como un lánguido abedul.
La infinita calma encierra
Una tristeza remota.
Un pálido ensueño flota
Sobre la paz de la tierra.
Ven a escuchar, amor mío,
El silencio melodioso
Que profundiza el reposo
Palpitado de rocío.
Lenta, lenta, pasa la hora,
Adormeciendo callada
Tu cabeza reclinada
Sobre el pecho que te adora.
Y la dulce soledad
Suspende nuestro destino,
En un éxtasis divino
De luna y de eternidad.
Leopoldo Lugones