HUMORISMOS TRISTES
En la memoria de la impaciente idea
Deja que me refugie en el ensueño
como niño miedoso en el regazo
de la madre, que me ha tendido un lazo
la vida, y yo soy débil y pequeño.
El mal, en abatirme tiene empeño;
para emprender la lucha, brazo a brazo
con él, yo necesito, en breve plazo,
del invisible talismán de un sueño.
Déjame ir; la vida me traiciona,
el ideal se aleja y me abandona
en la ruta más áspera y sombría:
si ya no quieres ser mi compañera
en el viaje al país de la Quimera…
¡acompáñame tú, Melancolía!
Luis G. Urbina