EL SONETO CASTELLANO
Lope divino consagró el soneto:
Orna su yelmo con penacho de oro,
Y de su ritmo en el andar sonoro
Une la gracia y el reír discreto.
El gran Cervantes le ofrendó en secreto
De Aladino las gemas, el tesoro,
Y con el fasto de un califa moro
Dio el entrambote al último terceto.
Los Argensola, con murmullo suave,
Quevedo, en alto pensamiento grave,
Góngora y Tirso, con fulgor de luna.
Cincelaron el vaso de armonía.
Ánfora rebosante de ambrosía.
Y le dieron su nombre y su fortuna.
Leopoldo Díaz