DON RAMÓN DEL VALLE INCLÁN CAMBIA DE CABALGADURA
El fin de siglo vio pasar la máscara
de Valle Inclán, el esperpento vivo
del escritor de libros más hermosos
del reino modernista.
El Marqués de Bradomín era su hermano,
discípulos los dos del Aretino,
ambos sabían que lujuria es madre
del mundo y a la vez de la tristeza.
Aún recordaba a aquella Niña Chole
cuando en el año cinco se despide
de María Antonia en su jardín de invierno.
(Rubén Darío quiso dedicarle
un soneto autumnal).
Abandonada ya la hermosa cuadra
de caballos, ¿quién puede ahora negarle
la parda mula del noventayocho
para cruzar el viejo ruedo ibérico
con el trapo amarillo de la burla
y el esperpento rojo del sarcasmo?
Una comedia bárbara es la vida
o es un tablado loco,
según en qué montura se cabalgue.
En todo caso, siempre
hay un aroma de leyenda
que dolor y temor algo mitigan.
Y entre el deseo y la amargura
"el alma de la tarde se deshoja en el viento".
Leopoldo de Luis