LOS ANTAGONISTAS
Siempre seremos dos, ¡qué pobre historia!
El que quisimos ser —el que pensamos y
el que se mueve en duras realidades
y hace almoneda de su vida a diario.
No hay reconciliación entre nosotros
aunque firmemos sucesivos pactos
como pactando van la noche, el día
y son en corazón de luz contrarios.
Los primeros nosotros no hemos sido:
esta guerra civil no la he inventado
yo. Sé muy bien que no es un sueño,
que no es un viejo retoñar romántico.
La realidad frente al deseo —¡ah, Luis
Cernuda!— siempre en pleito inacabado.
Yo no soñé, viví. La vida es doble
juego, trampa, reparto
de segundos papeles o de historias
cambiadas de acto en acto.
Aquí no pone nadie azules velos
de idealidad de arcángeles sonámbulos.
Un hombre pone vivo, a ras de tierra,
a ras de hueso y corazón golpeando.
Un hombre que no quiere cegar y que comprende
a costa de dolor y desencanto
que somos dos en guerra, en pena, en muerte
por mutuo asesinato.
Leopoldo de Luis