A LUIS, EL CARPINTERO DE AL LADO DE MI CASA
Tú estás, Luis, trabajando tu madera,
dando artesana forma de instrumento
al pino azul, sacando de los troncos
los casi humanos y útiles objetos.
Tú con tu hacer fecundo, Luis. Tu sierra
y tu garlopa susurrante siento
tras la pared que nos separa. Escucho
en la materia vegetal tu empleo.
Oigo tus manos laboriosas mientras
labrar palabra verdadera intento,
desbrozar la palabra de sus ramas
secas, pulir el armonioso leño,
dar forma a esta materia que insumisa
en musical corteza oculta el hueso.
Esta materia en que trabajo apenas
suena bajo mi mano. En el silencio
tu vecindad se crece rumorosa.
Yo mis humildes materiales dejo
para escucharte. Pluma, papel, pobre
palabra que deshace el tiempo.
También quisiera yo lograr ahora
el seguro destino de tu esfuerzo.
El humano servicio de tu exacto
golpear. Un sencillo fin concreto
para los hombres. Como necesarios
utensilios, dejar palabras, versos,
sobre los que apoyar la vida. Como
lisas tablas de paz. Ser carpintero
de esas vivas maderas en que el hombre
ha de dejar su corazón, su peso,
reposando un instante. No es posible
cerrar oídos al sonoro ejemplo
de tu oficio artesano. No es posible
olvidar la materia en que ponemos
esta pasión diaria.
De las palabras crece un manifiesto
de sangre y de verdad. Una esperanza
luminosa y común. Callado obrero
de esa hermosa madera, cada día
trabajo contra el terco desaliento.
Leopoldo de Luis