MUERTO MÍO
La guerra, el hambre, el odio... Día a día
¿cuánta carne de muerto no devora
la vida, cuánta lumbre, cuánta aurora
no ciega el ala de la tarde fría?
Y sigue tercamente la porfía:
canta para olvidar la vida, y hora
tras hora va la mano leñadora
talando rama a rama la alegría.
Se oye el golpe en el tronco. Cae la rama.
El mar continuo de la vida brama.
Ya sé que a nadie importa, pero es mío
este muerto. Me duele. Lo levanto
a hombros, con esfuerzo, sobre el llanto,
y mi sangre lo lleva en su hondo río.
Leopoldo de Luis