EN UNA TARDE OTOÑAL
Desde mi cuarto miro la plazuela
donde corren los chicos
que salen de la escuela
municipal.
Con vuelo de pericos
la estudiantil parvada
se aleja entre los rotos abanicos
de los árboles...
Nada
turba el largo silencio. Y solamente
repite el mismo tema
de la fuente
la oquedad del ambiente
solitario, mientras el sol, como una enorme yema
de huevo frito, atisba tristemente
sobre la cruz de un campanario...
Luis Carlos López