EN LA PENUMBRA
A la intemperie mi alma. —¿Quién me abriga
Quién me da de esperanza algún destello?
Y apuré, con mis fardos de fatiga.
La sed caliginosa del camello.
Te vi... pero te vi bajo la ortiga
De tu sayal, tu escapulario al cuello,
Con el cilicio, que a Satán fustiga,
Y la profanación de tu cabello…
Sentí, por el nirvana de tu influjo,
Mi espiritualidad. —Wagner, el brujo,
Interpreto la dualidad de un treno
En la pequeña nave de la ermita,
Donde tú, buena hermana Carmelita,
Me hacías bueno, extrañamente bueno...
Luis Carlos López