SONETO II
Do estano los claros ojos que colgada
mi alma tras de si llevar solían
do estano las dos mexillas que vencían
la rosa quando está más colorada.
Do esta la roxa boca e adornada
con dientes que de nieve parecían
los cabellos que el oro escurecían
do esta y aquella mano delicada.
O toda linda do estarás agora
que no te puedo ver y el gran deseo
de verte me da muerte cada hora.
Mas no miráis mi grande devaneo,
que tenga yo en mi alma a mi Senhora,
e diga donde estás que no te veo.
Luís de Camões