SONETO LXXX
Alma mía gentil que te partiste
de esta vida y dolor tan prestamente;
reposas ya en el cielo eternamente,
y vivo yo en la tierra siempre triste.
Si en el estrado etéreo a que subiste
memoria de esta vida se consiente,
no te olvides de aquel amor ardiente
que en mis ojos, aquí, tan puro viste.
Si algo merezco por la dura suerte
con que el dolor mis hombros abrumó
en la tristeza eterna de perderte,
ruega a Dios, que tus días acortó,
que tan pronto de acá me lleve a verte,
cual pronto de mis ojos te llevó.
1595
Luís de Camões
Traducción de José María de Cossío