LA MUJER DE LA ACERA
En un escaparate espera,
como una muñeca de porcelana,
a ser recogida por un viejo tren,
sin saber que solo la llevará
a otro callejón peor.
Pero ella sigue esperando a su tren,
ese que viene, y no llega,
pero sube en el primero que llega.
(Segunda parte)
Desemboca en una cama ajena,
con líneas en la espalda,
la cara dibujada a lo antiguo,
con cinco dedos, en color
medio rojo, medio morado,
los pelos salvajes
y la mirada,
todavía esa mirada espera
a un tren que viene, y no llega.
Lamiae El Amrani