LA ROSA EN LA URNA
Maldición de una bruja o bendición de un hada,
la rosa nos contempla desde la transparencia
del cristal que la guarda. Y nosotros, ajenos
a todo salvo a ella, la miramos absortos,
prendados de su forma y del húmedo brillo
que desprenden sus pétalos. ¿Cuánto tiempo ha pasado
desde que está en la urna? ¿Un milenio? ¿Un minuto?
Da la impresión de que Alguien, muy oscuro o muy alto,
le impuso la ucronía, para que nuestros ojos
no la contaminasen con su perecedero
asombro, ni pudiese constatar nuestra vista
el más mínimo signo de vejez o de muerte
en su belleza inútil y perfecta. Esta rosa
no es una rosa más: es la Rosa. Algún mago
la trajo del país donde el Sol no se pone,
metida en una urna, y nos la regaló
para siempre. Y mirándola se nos pasa la vida
en un vuelo, y morimos sin dejar de mirarla.
Luis Alberto de Cuenca