LUZ UNITARIA
Quieta y firme en su fondo de dulce índice blanco
y vale decir de hueso puro o de metal sonoro,
o vale decir ruiseñor de piedra santa,
sal descubierta a golpes de herramienta
o campana cantando a golpe vivo.
Y vale decir de hermosa piedra congelada
o de dulce corazón y de lámpara.
Cincelada en celeste como una espada fría
y mas verde que el delgado corazón de alambre,
ni el agua limpia que pesa mas que un río
ni el sueño espeso que le sirve de alimento,
ni aun el esfuerzo de los elementos primarios
que establecen su cuerpo ideal en el aire,
ni la raíz, ni el hueso, ni la lámpara:
sólo su pura y dulce luz de adentro.
Su brasa inmóvil de duro y seco hielo
mas que una imperial estrella de hierro azul,
mas que un agua mineral de agrios filos;
toda encendida debajo de su pollera fría,
hecha hoguera y pan blanco, vuelta unísona leña,
toda retoñando por sus natales substancias,
labrando una sortija antigua con los dientes,
haciéndose una cavidad obscura con las uñas,
o un aire propicio para su naturaleza.
Crece su nuez adentro como un órgano nuevo,
crece como un sol solitario en un vientre,
como el diente del niño en la leche blanda;
crece el lento gusano transformándose en hueso,
crece el blanco carbón, crece hacia adentro.
Luminosa materia, en su gran consistencia
hay un gusto a pecado, existe un ciego beso,
una apretada lágrima de sal viva que quema;
hay un crimen violeta en este anillo espeso,
en este unido corazón que suena fuerte.
Juvencio Valle