EL AMOR Y EL OLVIDO
Hija querida de la dulce aurora,
Pura como sus tímidos fulgores,
Entre infinitas y galanas flores,
Una más bella acariciaba Flora.
Alzábase la flor encantadora,
Y creciendo en bellísimos colores,
Mostraba su ternura a los favores
Del solícito afán de su señora.
Flora halló una mañana carcomido
El hermoso botón, y en él escrita
La huella de un gusano maldecido.
—«Tú eres la rosa del amor bendita,
Y ese gusano ruin es el olvido».
Dijo, y lloró sobre la flor marchita.
Setiembre, 1849
José Selgas y Carrasco