LA HERMANA ROSA
II
Vas a morir tres horas
—despierta estás muriendo—
pero nomás tres horas
y tirarás el tiempo.
Es preciso que tires tanto dolor y mugre,
tanto remordimiento,
tanto odio, tanto amor descosido,
tanto tragar en silencio.
Empiezas a dar de vueltas
montando caballos muertos.
Tu cabeza de neblina
cae al suelo.
San Roque te agarra un brazo,
don Julio te corta el pelo,
y el agua hinchada del ojo
se queda viendo.
(¡Qué descanso en la barriga
ya con el tumor bien muerto!
¡Qué alivio de los pulmones
sin el aire negro!)
Con las uñas sin sangre
hay que raspar el hueco
donde estabas.
Hay que cortar la soga
donde colgó tu alma
tanto tiempo.
Jaime Sabines