ADÁN Y EVA XV
Bajo mis manos crece, dulce, todas las noches. Tu vientre manso, suave, infinito. Bajo mis manos que pasan y repasan midiéndolo, besándolo; bajo mis ojos que lo quedan viendo toda la noche.
Me doy cuenta de que tus pechos crecen también, llenos de ti, redondos y cayendo. Tú tienes algo. Ríes, miras distinto, lejos.
Mi hijo te está haciendo más dulce, te hace frágil. Suenas como la pata de la paloma al quebrarse.
Guardadora, te amparo contra todos los fantasmas; te abrazo para que madures en paz.
Jaime Sabines