LA SUSPIRANTE
La hermosa ha regresado de muy lejos. Se encierra nuevamente en su cámara inaccesible, satisfaciéndose con el mueble esbelto y la baratija exótica. Impone el recuerdo de una era señorial, rodeándose de las escenas sucesivas de un tapiz.
La hermosa se pierde en la lectura de sucesos extravagantes, acontecidos en reinos imaginarios, y narrados con semblante de parodia. Vuelve sobre un pasaje burlesco, en donde alterna un pastor con el bufón expulsado de la corte.
La dama displicente se engolfa en las peripecias de un relato incomparable y suspende el entretenimiento cuando empieza una batalla entre caballeros de sobrenombres ínclitos.
La dama renuente, aficionada a las quimeras de la imaginación, sueña con huir de este mundo a otro ilusorio.
Nadie podría averiguar el derrotero de su fuga.
La hermosa vuela sobre los caminos cegados por la nieve y un búho solitario da el alarma en la noche fascinada por el plenilunio.
José Antonio Ramos Sucre