NOCTURNO
Quise hospedarme solo en la casa de portada plateresca.
Me esforcé mucho tiempo restableciendo el uso de los cerrojos. Mis pasos herían el suelo sonoro y descomponían la vieja alfombra de polvo.
Sujetos de formas vanas apagaban los fanales al empezar la noche, rodeándome de tinieblas agónicas, y el edificio de dos pisos desaparecía en la semejanza de una cabellera desatada por el huracán.
Yo esperaba ansiosamente un prodigio.
He visto una mujer de fisonomía noble, de rasgos esculpidos por la memoria de un pesar. Ocupaba una rotura súbita de la sombra y acercaba el rostro a la cabecera de un féretro.
La fractura de una fiola de cristal despedía un sonido armonioso y la fantasmagoría zozobraba en la oscuridad impenetrable.
José Antonio Ramos Sucre