Para quererte, al destino
le he puesto mi corazón.
¡Ya no podrás libertarte
—¡ya no podré libertarme!—
de lo fatal de este amor!
No lo pienso, no lo sientes;
yo y tú somos ya tú y yo,
como el mar y como el cielo
cielo y mar, sin querer, son.
Juan Ramón Jiménez