CONTRADÍCELE EL AUTOR EN ESTE ROMANCE
Amigo, llegó el Soneto,
Y si hablar se me permite
Digo que no solo es grande,
Sino fuerte, y aun terrible.
Qué nos quiere esta dureza
De ingenio? que nos persigue
Con obras que no se pegan,
Por más que nos las imprimen?
Qué nos quiere este furor
Perpetuo, este irredimible
Numen precito, esta llama,
Que es del fæculum per ignem?
Sobre qué llueve el Parnaso,
Que nos hace inextinguibles
Este aguacero peremne,
Y este avenida quotidie?
Pero paciencia, y Soneto
Que si él da en que ha de salirse
Con ella, y está de Dios,
El diablo que se lo quite.
Descuidado estaba yo,
Cuando abriendo el pliego, dije,
Esto me huele a Soneto
o me mienten las narices.
Leíle al fin, y al principio
Encontré, cochite, herbite,
Con un celo, que no habla,
Porque lo demás se explique.
Y el susodicho, yo apuesto,
Que está rabiando por irse
A la guerra, porque el celo
Tanto vale, cuanto sirve.
Celo en Soneto de Enero,
Es cuanto puede decirse
De tejas arriba, aunque entren
Frases de zaquizamíes.
Aquella vuestra sobrina,
Con la prima que le sigue
No está contrayendo todo
El parentesco posible?
Luego cansado el concepto
Con ambas, fuerza es pedirle;
Que se vuelva moza, en caso
De que él no se desbautice.
No es la Reina mi señora
Deidad con quien no compiten,
Ni lirio a lirio los Cielos,
Ni Sol a Sol los Abriles?
Pues qué Deidades son estas,
Que a la Cathedra, que rige
Tanta perfección, se oponen
Para ostentar, que se rinden?
Son las de mayor respeto:
Dicen mucho, porque admiren
Que ni el concepto es soberbio,
Ni la explicación humilde.
Y el respeto, y el afecto
Son cosas que las consigue
Cualquier Maestro de Niños,
Con azotes, y confites.
Aquí entra Paris, y entrando
En su juicio sano y libre,
Ve un caso que ha menester,
Que Vargas se lo averigüe:
Porque la manzana antigua
Fue la dueña que armó el chisme
Entre la fecundidad,
La robustez, y el melindre.
Aquí el aumento del Sol
En su carrera inclusive,
Con la veloz ligereza,
Que está dos dedos de crimen;
Porque carrera, y manzana
Suenan a lo que prohíbe
La decencia de una Ninfa,
Que corrió sin escarpines
Con que si Paris resuelve,
Que es lo mas inteligible
Dar el voto a la hermosura;
La velocidad lo impide.
Y si Atalanta se atreve
A pedir que se le aplique
Alguna alusión, las Diosas
Se pondrán como un Aquiles.
Válgate Dios por Soneto,
Que por fin, y postre, hubiste
De acabar en pleito! cierto,
Que hay sonetos insufribles.
Válgate Dios por ingenio!
Qué cosa es esta que hiciste,
Que la empiezas Soberana,
Y la acabas comestible?
Señor mío, esto va malo,
Si Apolo no nos redime
Los assuntos contingentes
De los Sonetos posibles.
Esta es agua represada
De Hypocrene, en cuatro lindes
Se desata en manantiales,
Pero aqui se suelta en diques.
A este Balsáin de Apolo
No bastaba permitirle,
Que lo más del tiempo hiele,
Sino que siempre granice?
Gran don de perseverancia
Te ha dado Dios! no subiste
Más en las coplas, que pares,
Y en los versos que concibes.
Me anduviera yo en su mente
Buscando los escondites,
Y por oír lo que calla,
Le sufriera lo que dice.
Que escriba dos disparates
Vaya, nadie se lo riñe,
Porque componga adefesios,
Si Dios no le dio busilis:
Sonetos cual digan duelos
Vaya: que esos se dirigen
A que tengan los seglares
Su modo de Parce mihi:
Demás de que si el difunto
Ni ha de leerle, ni oírle,
Los del duelo lo celebran
Y aun los que lloran le ríen,
Epitalamios a Novios
Vaya: que si a todos dicen
Su necedad, mejor queda
ΕΙ que no es novio, y la escribe.
Pero, señor, que la voz,
Que aún no entiende, ni distingue
De acentos fáciles, hable
En Idiomas imposibles:
Que la Musa, que por torpe
No da paso en que no hocique,
Andando en zapatos llanos,
Quiera correr en chapines:
Es cosa, que aunque no es cosa,
Merece que se castigue,
Haciendo el dicho Soneto
Cuartos, o maravedíes.
José Pérez de Montoro