ODA XXXIX
DEL VINO
Todo a Baco, Dorila,
Todo oficioso sirve:
La tierra generosa
Le sustenta las vides;
El agua se las riega
Con sus linfas sutiles;
Y el céfiro templado
Se las bulle apacible.
Luego el Sol le sazona
Los racimos felices,
Que ya el néctar encierran
Que hoy saltando nos ríe;
Y en los liondos toneles
Bien hervido recibe
El color y el aroma.
Que a oro y ámbar compiten.
El néctar que nos salva
De los desvelos tristes,
Con que negra la suerte
Nuestro espíritu aflige,
Y en que el labio y los ojos
Tal encanto perciben,
Que ansiosos de gozarlo
Cautivos se le rinden.
No pues, necia, los tuyos
De la copa retires,
Delicia de los hombres,
Honor de los festines.
O si por ambos bebo,
No aun más necia te irrites,
Que hasta el amor se alegra
Con los sabrosos brindis.
Juan Meléndez Valdés