TÁLAMO Y CUNA
«Deja ¡oh mi esposo! la labor causada
Que tus hermosas fuerzas aniquila.
Y ven bajo la bóveda tranquila
De nuestro lecho azul, con tu adorada».
Y alcé los ojos de mi libro, y vila
De susto y de dolor enajenada.
«Secos y rojos del trabajo al peso,
Tus ojos mira»,—pálida me dijo:
«Duerme!»—y me puso en la mirada un beso.
Hacia la cuna trémulo dirijo
Mi vista ansiosa, y vuelvo al tosco impreso:
¡No ha derecho a dormir quien tiene un hijo!
José Martí