UNA ROSA
Viviendo espadas y bebiendo vientos
abre la rosa mágica y serena
destrozando jazmines y azucena,
eclipsando clavel y pensamientos.
Solo atenta a su aire y a los lentos
minutos de ascensión real, en la plena
maravilla del tiempo a luna llena,
en sus dulces, divinos terciopelos.
Destino inmenso en tan menguada vida.
Todo le ofrece la pasión ardida.
Como centella, en la mitad del día,
se dormirá en belleza sin ocaso.
Y los hombres dirán: era de raso
la reina que esta tarde de moría.
Juana de Ibarbourou