FIEL AZOR DORADO
Ni la perla feliz, iris menudo,
ni el oro de la mina socavada,
ni el ala de la brisa levantada,
ni el fúlgido jazmín que entregar pudo
ensueño invicto o ensoñado escudo
a mis noches de plácida morada,
puedan darme en la hora de la espada,
el fuerte amparo que a tu pecho acudo.
En él recuesto flácida cabeza,
antes erguida y noble, de belleza
sin resplandor, pero de trazos firmes.
Defiende del chacal mi desamparo
y alza tu alerta, fiel azor dorado,
sello del pacto de lealtad que afirmes.
Juana de Ibarbourou