Si todas las gaviotas de esta orilla
quisieran unir sus alas,
y formar el avión o la barca
que pudiesen llevarme hasta otras playas...
Bajo la noche enigmática y espesa
viajaríamos rasando las aguas.
Con un grito de triunfo y de arribo
mis gaviotas saludarían el alba.
De pie sobre la tierra desconocida
yo tendería al nuevo sol las manos
como si fueran dos alas recién nacidas.
¡Dos alas con las que habría de ascender
hasta una nueva vida!
Juana de Ibarbourou