EL VENDEDOR DE NARANJAS
Muchachuelo de brazos cetrinos
Que vas con tu cesta,
Rebosando naranjas pulidas
De un caliente color ambarino;
Muchachuelo que fuiste a las chacras
Y a los árboles amplios trepaste
Como yo me trepaba cuando era
Una libre chicuela salvaje;
Ven acá muchachuelo; yo ansío
Que me vuelques tu cesta en la falda.
Pide el precio más alto que quieras.
¡Ah, qué bueno el olor a naranjas!
A mi pueblo distante y tranquilo,
Naranjales tan prietos rodean,
Que en Agosto semeja de oro
Y en Diciembre de azahares blanquea.
Me crie respirando ese aroma
Y aún parece que corre en mi sangre.
Naranjitas pequeñas y verdes
Siendo niña, enhebraba en collares.
Después, lejos llevome la vida.
Me he tornado tristona y pausada.
¡Qué nostalgia tan honda me oprime
Cuándo siento el olor a naranjas!
Si a otro pago muy lejos del tuyo,
Indiecito, algún día te llevan,
Y no eres feliz, y suspiras
Por volver a tu vieja querencia,
Y una tarde en un soplo de viento
El sabor a tus montes te asalta,
¡Ya sabrás, indiecito asombrado,
Lo que es la palabra “nostalgia”!
Juana de Ibarbourou