LA MERIENDA TRISTE
¡Canastito repleto de fresas!
¡Ay, si él estuviese
esta tarde conmigo en la mesa!
¡Tanto como gusta
de las últimas fresas redondas
que las lluvias de Marzo maduran!
Y después que las hemos comido,
lentamente besarme en los labios
que ellas ponen fragantes y vivos.
¡Oh cestito cestito de fresas
que forrado de pámpanos verdes
has traído la pena a mi mesa!
¿Dónde se halla a esta hora el ausente?
¿Con quién come? ¿Qué piensa?
¿Qué hace
que sabiéndome triste no vuelve?
¡Para qué habrán traído estas fresas!
¡Para qué quiero aroma en los labios
si él no está hoy a mi lado en la mesa!
Juana de Ibarbourou