LA PROMESA
¡Todo el oro del mundo parecía
Diluido en la tarde luminosa!
Apenas un crepúsculo de rosa
La copa de los árboles teñía.
Un imprevisto amor, mi mano unía
A tu mano, morena y temblorosa.
Eramos Booz y Ruth ante la hermosa
Era que circundaba la alquería!
—¿Me amarás? —murmuraste. Lenta y grave
Vibró en mis labios la promesa suave
De la dulce, la amante moabita.
Y fue como un ¡amén! en ese instante,
El toque de oración que alzó vibrante
La rítmica campana de la ermita.
Juana de Ibarbourou