EL ENOJO
Todo fue así: Sahumábase de lilas
y de heliotropo el viento en tu ventana;
la noche sonreía a tus pupilas,
como si fuera su mejor hermana...
Mi labio trémulo y tu rostro grana
tomaban apariencias intranquilas,
fingiendo tú mirar por la persiana,
y yo, soñar al son de las esquilas.
¡Vibró el chasquido de un adiós violento!...
Cimbraste a modo de una espada al viento;
y al punto en que iba a desflorar mi tema,
gallardamente, en ritmo soberano,
desenvainada de su guante crema,
como una daga, me afrentó tu mano.
Julio Herrera y Reissig