VIAJE DE LA LUZ
Empieza el sueño a acariciar mis sienes,
Vapor de adormideras en mi estancia;
Los informes recuerdos en la sombra
Cruzan como fantasmas.
Por la angosta rendija de la puerta
Rayo furtivo de la luna avanza,
Ilumina los átomos del aire;
Se detiene en mis armas.
Se cerraron mis ojos, y la mente
Entre los sueños a lo ignoto se alza;
Meciéndose en los rayos de la luna,
Da formas a la nada.
Y ve surgir las ondulantes costas,
Las eminencias de celeste Atlántida,
Donde viven los Genios y se anida
Del porvenir el águila.
Allá rima la luz y el canto alumbra,
Aire de eternidad alienta el alma,
Y los poetas del futuro templan
Las cristalinas arpas.
Auroras boreales de los siglos
Allá se encuentran, recogida el ala;
Como una antelia vese el pensamiento
Que gigantesco se alza.
Allá los Prometeos sin cadenas,
Y de Jacob la luminosa escala,
Allá la fruta del Edén perdida,
La que el saber entraña.
Y el libro apocalíptico, sin sellos
Suelta a la luz sus misteriosas páginas,
Y el Tabor del espíritu su cima
De entre la niebla saca.
Y allí el Horeb de donde brota puro
El casto amor que con lo eterno acaba;
Allá está el ideal, allá voguemos,
Dad impulso a la barca.
Desperteme azorado... ¿y ese mundo?
¿Para volar a él en dónde hay alas?
Interrogué a las sombras del pasado
Y las sombras callaban.
Pero el rayo de luna ya subía
Del viejo estante a las polvosas tablas,
Y lamiendo los lomos de los libros,
En sus títulos de oro se miraba.
Joaquín González Camargo