HOMBRE VOLADOR
Américas aguardan todavía
Resplandecientes vírgenes ignotas,
O nada más para los ojos gotas
De un trémulo rocío en una umbría,
Ya inhumano el espacio —la alegría
De no siempre sentirse tan remotas
De alguno, de un Colón, por fin no idiotas
Ante la mente que a su luz se alía.
El hombre por el cosmos se aventura,
Supera con su espíritu el espanto
De tanta inmensidad jamás hallada,
Y hasta cree salir de la clausura
De sus postreros límites. ¡Y cuánto
Mundo a ciegas, sin luz de tal mirada!
Jorge Guillén