SILENCIOSAMENTE
La tarde se contempla desde el monte
Fijada con aplomo en el silencio.
Silencio tan continuo da al espacio
Tersura de materia, calma limpia,
Profundidad de cauce donde fluye,
Visible río largo, la corriente
Del tiempo, de mi tiempo, de esta vida
Perdida y no perdida que me aclara
Su ingenuidad de tránsito brevísimo.
Viajes, conversaciones, escrituras
Van convergiendo hacia su seco término,
Y el presente sutil y tan precario
Palpita sin cesar entre amenazas
Mayores cada vez, que así me empujan
Al todavía oscuro desenlace:
Habrá de ser hostil... A nuestro campo
De la tarde ensombrece propia nube,
Y se nos trasparenta ya un vacío,
El último vacío en el silencio
Claro, muy claro y simple donde corre,
Se pierde, se nos pierde a nuestra vista
—Aunque se salve y dure esta amplitud
A través del silencio poseído
Por alguien— nuestro curso condenado.
Jorge Guillén