FILIGRANAS
Lloró cuando le dije: «¡adiós mi vida!»
Y a través de las gotas de su llanto
sus inciertas pupilas parecían
dos góndolas azules naufragando.
Ese lunar que tu semblante alegra
medio oculto en tu labio abrasador,
es una abeja negra
que en los pétalos duerme de una flor.
De dos chispas de diamantes,
el que rige los arcanos
hizo tus ojos brillantes,
pero los hizo con guantes
por no quemarse las manos.
Julio Flórez