A UN NIÑO
Dime, niño adorado
de los labios de rosa,
de ojos grandes y verdes
como el verde del mar:
De qué estrella caíste
y en qué trágica fosa:
Tan bello eres que, al verte,
dan ganas de llorar.
Tal vez porque al mirarte
con tan hondo cariño,
pienso en el mal del mundo,
pienso en tu porvenir...
¡Los niños tan hermosos
como tú, dulce niño,
no debieran ser hombres,
se debieran morir.
Julio Flórez