ARISTAS
Me esquivaste la boca
y mi labio quemante
cayó sobre tu seno palpitante,
¡oh, mi adorada loca!
Y halló sobre tu seno
el cáliz de una flor de aromas lleno.
Hiciste bien, porque mi labio ardiente
que con tus ojos negros electrizas,
convirtió de repente
aquella flor en humo y en cenizas.
Julio Flórez